En el templo de las sombras nada parece lo que es.
-La dama de la puerta, esa que lleva el vestido blanco, ¿la ves?
-No.
-Ella tampoco te ve, pero sí me ve a mi. Igual que yo no veo al ser que estará ahora mismo a su lado viendote a ti, pero que es incapaz de verme.
-¿La sirena?
-¿Estás viendo una sirena?
-Creo que sí.
-¿Y qué hace?
-Me sonríe.
-Yo también lo haría, eres hermoso.
Y nos besamos.
Y la dama del vestido blanco se volvió estatua.
Y el templo de las sombras desapareció.
Y la sirena... la sirena...
Nos dejamos de besar:
-¿Qué hace la sirena?
-¿Ves ese charco?
-Sí
-Se zambulló en él hace rato, pero aun consigo ver los destellos de su cola mientras nada.
Y nos volvemos a besar.
-La dama de la puerta, esa que lleva el vestido blanco, ¿la ves?
-No.
-Ella tampoco te ve, pero sí me ve a mi. Igual que yo no veo al ser que estará ahora mismo a su lado viendote a ti, pero que es incapaz de verme.
-¿La sirena?
-¿Estás viendo una sirena?
-Creo que sí.
-¿Y qué hace?
-Me sonríe.
-Yo también lo haría, eres hermoso.
Y nos besamos.
Y la dama del vestido blanco se volvió estatua.
Y el templo de las sombras desapareció.
Y la sirena... la sirena...
Nos dejamos de besar:
-¿Qué hace la sirena?
-¿Ves ese charco?
-Sí
-Se zambulló en él hace rato, pero aun consigo ver los destellos de su cola mientras nada.
Y nos volvemos a besar.
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